El neuromarketing es una ciencia todavía reciente y totalmente novedosa que combina algunas de las técnicas utilizadas en la neurociencia, con las que habitualmente viene aplicando el marketing tradicional. Se trata de un campo incipiente aún por explorar y prometedor que, en un futuro próximo disparará las posibilidades de actuación de las empresas.
Las técnicas más utilizadas son algunas de las que aplican habitualmente los neurocientíficos y los neurofisiólogos como la resonancia magnética funcional, el electroencefalograma, la magnetoencefalografía o la tomografía de emisión de positrones. Estas técnica aportan datos exactos y reales sobre ciertas reacciones cerebrales (emociones, comportamiento, toma de decisiones, conducta, etc.) frente a los estímulos presentados. Además, según qué zona del cerebro reaccione (la reptil, la limbídica o el neocortex), se sabrá el tipo de reacción. Esto supone un gran avance ya que hasta ahora solo se disponía de la información aportada verbalmente por los sujetos investigados (aunque también se estudiaban los movimientos oculares, el ritmo cardíaco o, incluso la respuesta epitelial).
La neurociencia va a aportar en los próximos años (de hecho ya los está aportando) una serie de datos objetivos y muy valiosos para el marketing. Podrán conocerse los colores, olores, imágenes, etc. que producen en el sujeto el impulso o la necesidad de consumir un producto.
De momento, se trata de una ciencia cuya aplicación resulta un tanto cara, pues se requiere personal debidamente cualificado para realizar los estudios pertinentes, tiempo de aplicación para comprobar el efecto producido a largo plazo, y sujetos voluntarios para realizar las pruebas propuestas por los especialistas. Con el tiempo, los costes se reducirán paulatinamente y, a pesar de los mismos, las ganancias de las empresas se dispararán exponencialmente.
El neuromarketing, por el momento, se está aplicando sobretodo para conocer las respuestas de los consumidores frente a determinados anuncios publicitarios. Con los electrodos colocados convenientemente, se pasan las secuencias en imágenes y se van registrando las reacciones a las mismas segundo a segundo. Los fotogramas o imágenes que no produzcan el efecto adecuado, se retirarán. Pero también se pueden conocer los olores más placenteros para impregnar las cortinas o las sábanas de un hotel, por ejemplo.
Las posibilidades son infinitas y los centros comerciales ya se están beneficiando de las mismas. De esta forma logran conquistar al consumidor, retenerlo en las grandes superficies y distraerlo para que pase en su interior el mayor tiempo posible y lograr, de este modo, que consuma más productos. Instalando parques infantiles en sus instalaciones, las familias se encuentran en un medio apropiado y placentero.
Como se puede apreciar, el neuromarketing abre un mundo nuevo de posibilidades para conquistar al consumidor.